26 enero 2015

Por tierras de Cazorla y de Segura 26 enero 2015

Las Sierras de Cazorla y de Segura tienen nueve puertas. A mí me gusta la que se abre a Pozo Alcón. De ella arranca un camino bronco y tentador que, desde la Fuente del Gallo, atraviesa la barrera del Control de las Chozuelas y se mete pecho arriba por un carril de piedra suelta, flanqueado de violentos picones y bellísimas cuestas pinariegas.

La primera vez que la crucé, hace qué sé yo los años, había dormido en El Almicerán, en lo que hoy es un conjunto de casas rurales gobernadas por mi buen amigo Serafín. A mediodía despachamos una paella suculenta en el cortijo de El Moro, otra casa rural, no lejos de Castril. Domingo, el anfitrión, experto montesero y muy fino pescador, también es amigo mío. Como lo es El Maño: un antiguo arriero, curtido en el penar de los caminos -ahora es dueño de varios restaurantes y un hotel-, que nos alegró la sobremesa con historias divertidas de estraperlos y civiles.

Desde las Chozuelas, se trepa hasta dar vistas a un espacio abierto y enrasado, al casco del Cabañas. Estás en Puerto Llano, a 1.800 metros de altitud. A uno y otro lado, puede verse un centenar de laricios imperiales. Entre ellos, "los pinos del Embajador": media docena de gigantes casi milenarios, que han logrado sobrevivir a los asaltos de la RENFE y a la insaciable voracidad de los madereros.

La pista se descuelga por la loma de Gualay. Yo aconsejo una parada en el Pino de las Tres Cruces, bajar la suave costanilla -si busca yerbas salutíferas, allí abunda la ajedrea- y asomarse al mirador que domina Navahondona. Luego puede seguir en todoterreno a la Casa Forestal de la Cañada de las Fuentes, junto al nacimiento del Guadalquivir. Quizá el término nacimiento sea un tanto confundidor. Porque quien busque, en el estío, el borbollón de agua clara que cantó Antonio Machado, sólo encontrará un gotear breve y rezumado que se restaña en un charquete donde antaño, señora y poderosa, bebía la torcaz.

En el Puente de las Herrerías -cuenta la leyenda que Isabel la Católica mandó construirlo en una noche, cuando iba hacia Granada-, el carril terrizo se hace asfalto. Pasado Vadillo, un ramal remonta, por la Fuente del Oso, hasta el Parador de El Adelantado. Vale la pena visitarlo. Pechenfrente, se alzan los Poyos de la Mesa, donde el quebrantahuesos tenía uno de sus cuatro rompederos; y los altos y elegantes perfiles de la sierra, recortados contra el arrebol de la mañana.

En el Empalme confluyen, con la nuestra, dos buenas carreteras. La que viene de Cazorla -esa Villa noble, de castillos guerreros y casas blasonadas-, pasa por la Iruela, con su torre templaria, altiva y peleadora, y vuelca el Puerto de Las Palomas, dejando atrás, en Burunchel, la Venta de las Peñas. En un comedor muy original -hay varias docenas de fósiles incrustados en las paredes-, Juan ofrece carne de monte y embutidos de la casa, queso viejo y una rica variedad de frituras y revueltos. Los traen en la sartén, para que no pierdan aroma; y la gente se los vas sirviendo a discreción.

Siguiendo por el valle -hay magníficos hoteles a lo largo del camino-, y a la altura de la Torre del Vinagre, al Guadalquivir se le unen las aguas brincadoras del Borosa, que se desploman desde la Laguna de Valdeazores y echan a correr por el barranco, al encuentro del Río Grande, después de atravesar una hermosísima angostura: la Cerrada de Elías. Se sube sin esfuerzo, por el trazo de la antigua vereda de arriería, que cruzaba la corriente por un puente de palos -dos troncos salgareños, trabados con tunillas-, del que ya sólo se acuerdan los más viejos.

Al regreso, y pasado el Charco de la Cuna, queda el restaurante Los Monteros. Allí, junto a la chimenea, o en una terracilla bien soleada -según el tiempo-, puede reponer fuerzas con un yantar robusto y muy serrano. Al menú tradicional -huevos con patatas a lo pobre, chuletas de cordero segureño y estofado de carne montesina-, se le añade la perdiz escabechada y unas truchas en adobo, sin trampa ni cartón, que Benita prepara con buen tino, para dar el punto exacto a unos peces de carne prieta y sonrosada, que Mariano trae del Aguamulas.

Guadalquivir abajo, pasados varios campamentos, que en verano están a reventar, el viajero topa con un grupo de excelentes hoteles de montaña. Algunos proceden de las viejas ventas camineras. Una de ellas, la de Manuela La Golondrina -Manuela vive todavía-, fue escenario de historias y leyendas. La gente de antes cuenta que un buen día, unos arrieros cenaban en presencia de un enorme gato negro. El Tío Cascabillo, tratante de ganado, le echó una chulla de tocino que el gatazo cazó al vuelo, liquidándola en un decir Jesús.

- Está bueno el tocino, ¿eh?

Las risas se cortaron cuando el gato, con una ronca voz salida de muy hondo, retrucó:

- Sí, pero me gusta más el magro.

La que se armó. El marchante dijo pies para qué os quiero, salió templando trocha arriba y todavía no ha vuelto. Y es que, según las encantadas, aquel animalón llevaba dentro el alma en pena de un bandido, condenado por sus muchas fechorías.

De Bujaraiza al Tranco, se extienden los desastres del incendio del último verano. Conozco palmo a palmo lo que ha ardido. Me duelen los pinares calcinados, las sabinas centenarias perdidas para siempre, los hermosos parajes arruinados. Y me duele, sobre todo, el dolor de los serranos: la impotencia de los guardas forestales, que pelearon como leones contra tanta adversidad; y el sufrir de quienes han visto quemarse el lugar donde pasaron muchos años de su vida. Ricardo me dice que las llamas han barrido la entrada del cenajo en que vieron la luz tres de sus hijos. Es pobre como los pájaros del monte, pero aquella vieja choza había sido su casa. Y en ella dormían sus recuerdos.

No quiero terminar con esta nota de tristeza. En otoño tiene que llover, y la sierra volverá a ponerse guapa. Aprovechen para hacer el valle del Segura. Desde su unión con Río Madera, siguiendo la calzada milenaria que trazaron los romanos -quedan los restos de un puente-, les irán saliendo al paso los rincones que cobijan aldeas y cortijos olvidados, entre nogales de oro y almeces encendidos. Pare en la Venta de Rampias, y en la de Ticiano, para hablar con los serreños. Ellos son el alma de esta tierra. Porque, -ya lo tengo dicho-, "sin sus hombres y mujeres, la sierra es sólo piedra".



Fuente: Elpais.com


19 enero 2015

Un gran sendero por el corazón de Cazorla 19 enero 2015


Senderismo en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en Jaén. Desde el río Segura discurriendo, encajonado, en La Toba, hasta la Cumbre Caballo Torraso, nevada, pasando por el casco histórico de Cazorla, la villa más importante y poblada de la zona. Alta montaña, castillos, cascadas, caminos tradicionales, altiplanicies, huertos, olivares, conjuntos históricos, pueblos y aldeas donde el paso de los años parece haberse detenido. La ruta se presenta como un mirador “a la parte más auténtica y protegida de estas sierras”, comentan sus responsables. Cruza el corazón de agua y bosque denso que sedujo a Félix Rodríguez de la Fuente. Pinos, quejigos, encinas. Ciervos, corzos, gamos, cabras hispánicas, muflones, jabalíes. “Pensado para quienes buscan la autenticidad y el contacto con el mundo natural, en pleno pulmón del sur de la península”, añaden.



GR-247 Bosques del Sur. Así se llama el sendero que viene a completar la oferta española de Grandes Recorridos. Tras ese nombre aparece un larguísimo GR que se adentra en el Parque Natural más grande de España: el de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, una exuberante mancha verde, salvaje, llena de vida, rodeada por un mar de olivos plateados, que constituye casi la quinta parte de la provincia de Jaén. Quien se aventure por este recorrido circular encontrará más de 3.000 señales: inicio de etapa, balizas, postes, direcciones, paneles promocionales exteriores, señales de aviso en carretera. Además de 11 nuevos refugios en aquellos finales de etapa que no disponían de oferta de alojamiento. Pero, sobre todo, tendrá 479 kilómetros por delante: pistas forestales en un 64%, sendas en un 26%, pequeñas carreteras de montaña en un 6,5% y vías pecuarias en un 3%. Que sirven para conocer todos los paisajes posibles del espacio protegido.

Está planeada para hacerse en 21 etapas. La primera parte del extremo norte del Parque, del Área Recreativa del Olivar, y termina en Segura de la Sierra, donde puede verse la casa natal de Jorge Manrique, un baño moro y vestigios renacentistas. La segunda avanza hasta el refugio El Campillo. Y así, pasito a pasito, avanza. Hornos de Segura con su mirador del Aguilón, desde donde se tiene la impresión de estar en la proa de un barco. Siguiendo el eje de la carretera, pronto se bordea el pantano del Tranco, con su mirador Rodríguez de la Fuente en la orilla, toda una invitación formal a sacar los prismáticos. Y de ahí al Área Recreativa Los Parrales. La Hoya de los Trevejiles. El refugio de Ramblaseca, y el del Campo del Espino. Pontones. Prado Maguillo. La etapa número 21 acaba en el Área Recreativa Peña del Olivar.

Ruta para bicicletas de montaña en el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, en Jaén. Pero también existen variantes que acortan el camino, y derivaciones que conducen a lugares de interés. Como el nacimiento del río Guadalquivir, uno de los hitos de la ruta, las cumbres de Peñalta o El Yelmo, el mirador de Juan León, el embalse de las Anchuricas o el Calar del Espino. “Un gran camino para conocer el vuelo del quebrantahuesos, las aguas limpias, la trashumancia... Un territorio por descubrir a través de este nuevo trazado, alejado de los enclaves turísticos que más popularidad han dado a esta joya de la naturaleza”. Porque ése es uno de los objetivos del GR, hacer visibles, poner en valor otros lugares del espacio protegido, distribuyendo la demanda y descongestionando así su núcleo central. Lo que resulta bueno para el entorno, ya que posibilita la creación de servicios y actividades económicas al amparo del recién inaugurado sendero, y para los visitantes, a quienes se les brinda la posibilidad de descubrir una Cazorla más desconocida, con olor y sabor a nuevo.

La ruta se ha realizado en el marco de un Plan de Dinamización del Parque puesto en marcha entre todas las administraciones para reforzarlo e impulsarlo como destino turístico. Se rescatan así, a través de este uso recreativo, caminos tradicionales y casas forestales restauradas para ser convertidas en refugios. Y se favorece el conocimiento del patrimonio natural y cultural disperso por toda la serranía. La idea es que este espacio natural, y por extensión la totalidad de la provincia de Jaén, se conviertan en un referente del turismo activo en el Sur de Europa. “El GR-247 espera ya los pasos cómplices del caminante”.

Naturaleza y patrimonio de la humanidad

Cazorla es uno de los cuatro parques naturales de la provincia de Jaén. Por comparación, el de Sierra Mágina aparece muchísimo más pequeño pero peleón, bravío, agreste; otro territorio de frontera jalonado de castillos roqueros y torres defensivas. Los de Sierra de Andújar y Despeñaperros, por su parte, concentran los paisajes, y también los contrastes, de Sierra Morena: el primero es más uniforme, dominado por las dehesas, los jarales, los alisios y los fresnos; su selva mediterránea se ha convertido en refugio del lince ibérico. El segundo, más abrupto, conforma el macizo que separa Jaén, Andalucía, de la meseta castellana: el águila imperial o el buitre leonado sobrevuelan alcornoques, encinas y quejigos, que sobresalen entre la vegetación autóctona; en este territorio hay documentada presencia humana desde el neolítico, como puede verse en su centro de interpretación, en el Collado de los Jardines. Los espacios naturales constituyen el destino turístico más importantes de la provincia... mano a mano con Úbeda y Baeza, ciudades Patrimonio de la Humanidad, las guindas de una ruta por el Renacimiento del sur de la península. Piedra, piedra y más piedra. Entre las de Baeza, en una casa frente al plateresco ayuntamiento, vivió Antonio Machado. El palacio de Jabalquinto, la catedral, el convento de San Francisco con su capilla mayor en ruinas tras el terremoto de Lisboa de 1755... A menos de 12 kilómetros se alza Úbeda, ejemplo de construcción civil renacentista: la plaza, y el palacio, de Vázquez de Molina, o el hospital de Santiago, obra cumbre del arquitecto Andrés de Vandelvira. Hay patios, fachadas, cornisas, dinteles, columnas. Y arquitectura religiosa, como la Sacra (y bella) Capilla del Salvador o el convento de San Miguel, donde en 1591 murió Juan de Yepes, más conocido como San Juan de la Cruz.



11 enero 2015

SOBRE EL PARQUE NATURAL DE CAZORLA 11 enero 2015

El Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas impresiona al visitante por su relieve escarpado de media montaña. Paredes rocosas de gran altura se entremezclan con profundos valles y frondosos bosques de pinos laricios. Entre sus picos destacan el de Empanadas y Cabañas con más de 2.000 metros de altitud, siendo el del Yelmo uno de los más frecuentados para la práctica del vuelo libre.

Embalse del TrancoEl agua es otro de los elementos protagonistas de este espacio natural, el de mayor superficie protegida de España con sus 209.920 hectáreas. La extensa red hidrográfica existente permite no sólo disfrutar de una gran variedad de flora y fauna, sino también realizar numerosas actividades: un paseo en barca por el embalse del Tranco, senderismo junto al río Borosa o conocer los nacimientos del Guadalquivir y el Segura o el salto de agua de Chorro Gil son sólo algunas de las posibilidades.

Este espacio natural es conocido además por su tradición cinegética. En 1960 fue declarado Coto Nacional de Caza Cazorla-Segura y hoy día son muchos los que siguen practicando esta actividad sustentada por las poblaciones de cabra montés, ciervo, gamo, muflón y jabalí, especies de las que también se pueden disfrutar, pero de una forma más relajada, en el parque de fauna silvestre del Collado del Almendral, en las inmediaciones de Coto Ríos.

Otro atractivo del lugar son sus plantas y animales, fáciles de ver en el espacio. En lo alto de los roquedos se puede contemplar el vuelo del águila real y el buitre leonado y al adentrarse en su interior el visitante descubrirá bosques de pinos laricios, negrales o carrascos salpicados de encinas, robles y áceres. Con suerte, disfrutará de alguna de las decenas de especies exclusivas del lugar como la violeta de Cazorla o la lagartija de Valverde. Una representación de la flora más singular de este espacio se encuentra reunida en el jardín botánico de Torre del Vinagre, ubicado en la carretera del Tranco (A-319).

El Parque Natural Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas es algo más que naturaleza. El paso de civilizaciones tan dispares como la íbera, romana o árabe han dejado una huella en sus poblaciones que no hay que dejar de visitar. Destacan las plazas y callejones de Cazorla, municipio escoltado por la sierra de los Halcones, el castillo de la Iruela, la necrópolis ibérica de Toya en Peal de Becerro y la villa romana de Bruñel.

La historia de este Parque también está ligada a la explotación de la madera de ahí que fuera declarada como Provincia Marítima.

Fuente: Juntadeandalucia


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